Todos dicen que
hay que luchar para seguir adelante, pero yo muchas veces me pregunto ¿Para qué
luchar si ni siquiera sé donde ir? No sé qué objetivos tengo que cumplir, sigo
viviendo como si fuera un triste robot automatizado, aguantando y soportando
las cosas que la vida me ha mandado. Me suelo poner melancólica al recordarme
de niña, recordando que a pesar de los problemas yo seguía jugando con mis
muñecas formándoles una vida en miniatura casi perfecta. Que mientras iba
creciendo quería hacerlo cada vez más rápido, tanto que hasta me vestía con la
ropa de mamá, simulando haber crecido demasiado. Es una ironía que me cuesta
entender y aceptar, no la entiendo porque capaz no la puedo disfrutar. Yo
siempre digo que de niños, no es que realmente queríamos crecer, queríamos vivir
la vida de un adulto pero volviendo siempre a la niñez.
Después de haber
deseado conocer el sabor de la vida, me di cuenta que hacía tiempo que lo
conocía pero trataba de huir de esa realidad algo salada. ¿Valerme por mi misma?
es algo que todavía tengo que aprender, lo tengo que aprender rápido porque las
ajugas del reloj no avanzan muy despacio y en estos momentos me encuentro en la
nada de un gran mundo tortuoso donde lo único que veo brillar es la luz de las
estrellas de las noches frías que me esperan después de cada día. Pasan las
horas y aunque no lo quiera creer no todo es como ayer. Ahora sé que los amigos
se cuentan sólo con una sola mano, ya que algunos que se hacen llamar así en el
mínimo descuido nos acuchillan por atrás y no paran hasta llegar al corazón y
que la belleza verdadera está en el interior y no en el exterior. Sé que detrás
de la magia hay un truco y que aunque quiera no puedo ser yo diferente a lo que
soy. Sé además que hay que seguir adelante a pesar de no saber a dónde ir, hay
que seguir y que si caigo es para volverme a levantar, y aunque la oscuridad y
la soledad estén siempre presente sólo debo llorar, secarme las lagrimas,
levantar la cabeza y volver a brillar, porque si algo es cierto, es que llorar
no te hace más débil, si no que demuestra que eres capaz de expresar lo que
sientes en el interior.
El amor de mamá y papá siempre estará presente, aunque si no lo valoras vas a creer que tienes todo cuando en realidad no tienes nada. Lo feo de esta realidad es que nos damos cuenta tarde, y quizá demasiado. Y es cuando nos inundan los recuerdos unos feos, otros buenos y algunos que es preferible ni haberlos vivido.
El amor de mamá y papá siempre estará presente, aunque si no lo valoras vas a creer que tienes todo cuando en realidad no tienes nada. Lo feo de esta realidad es que nos damos cuenta tarde, y quizá demasiado. Y es cuando nos inundan los recuerdos unos feos, otros buenos y algunos que es preferible ni haberlos vivido.
Hoy escribo estas
líneas para que lo lean y puedan preguntarse ¿Qué ES LO QUE MÁS VALORAN? Y pregúntense
también que harían si ya todo lo habrían perdido…
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